TREMENDA LA TAREA QUE TENEMOS POR DELANTE


Me acuerdo cuando ganó Macri. El televisor mostró un porcentaje y me llegó un rayo de poder que me atravesó el corazón. Un rayo que venía directamente del televisor y me invitaba a entristecerme, a descreer de mis ideales, sentirlos fracasados, a resignarme... A reaccionar a contra eso, a melancolizarme. A decir: "ya nada vale". A decir: "perdí". Y hasta te diría un inconfesable impulso de ser macrista para sobrevivir. Y también me acuerdo que pensé: no todos van a poder resistir esto. Algunos se van a rendir, la resignación cocinará nuevos odios. Y me acuerdo de pensar: "yo puedo ser alguien que se acuerde: acá no terminó nada". En la Argentina hubo una dictadura de 7 años y un genocidio, pero también una historia de luchas secretas, de resistencia, de insurgencias afectivas, estéticas, éticas, micropolíticas, que fue necesaria para que se hagan cosas buenas que un día vencieron.


Entonces, entristecerse puede ser. Doler, puede ser. Pero rendirse jamás. Yo no me rindo en la lucha, en la rebeldía del vivir. Yo quiero ser parte de una voluntad de emancipación, de resistencia, incluso si me toca la peor (eso lo decidirá el azar). Yo mi deseo no lo resigno, voy a ser deseante y optimista de la voluntad hasta cuando me estén matando. Entonces, sí. Hay dolor, hay tristeza, pero hay un amor a la vida y una voluntad de insistir y de gozar que es indestructible.


Esto ya pasó. En los 70, en los 30, en los 90. Un amor en medio del derrumbe, muchos amores entrecruzados, amigos, amantes, artistas, compañeros de guerra, bancando, diciendo "sí" cuando el mundo dice "no"... y yo hoy no estoy solamente triste... también estoy alegre por tener a mis amigos, mis deseos, mis planes secretos de hacer crecer un hongo, aunque tengamos enfrente un enemigo pavoroso. Vamos buscar nuevas armas, nuevos escapes, juegos y refugios. El deseo es indestructible. Aunque hay algunos que creen que se destruye, que se dejan destruir. La humanidad tiene miles de años de guerras y de alegrías en la guerra (canciones, cartas de amor, alianzas defensivas, lenguas en código, etc.).


Ahora estamos en un momento de ser estratégicos. De construir una alegre y brava resistencia. Así se crían los valores del mañana. No al calor del estado y las instituciones. Ni los valores del peronismo se hicieron en el estado. Fue un movimiento obrero insurgente el que dio paso y nacimiento al peronismo como expresión institucional, no al revés. Se crean honores, sentidos, valentías. Y también se cocina un alma aguerrida. Es momento de creación de mil cosas, de mil inocentes fracasos, de cocina subterránea: el momento del micelio.


Hay una tarea mucho más deseante y deseable, muy necesaria en este momento histórico. Cuando mañana te digan con cara de "perdimos": "¿qué tremendo, no?", vos les respondés, inspirador pero exigente, alentador pero consciente de la dificultad (con cara de "acá no se rinde nadie"): "tremenda es la tarea que tenemos por delante". Muchos no te van a entender. Alguno (pobre) usará lo que le queda de pasión para defender la bandera de la resignación. Pero vos sabes que sembraste una semilla. Esa persona vio que uno no se rindió. La posición deseante no te la quita nadie, dice el statement de la mirada.


Prefiero posta que me maten, posta eh, por favor mátenme en serio, antes de convertirme en una persona resignada y triste, un profeta del odio que ya no tiene ideales, ni valores ni sentidos de la lucha y la vida como fuerza agresiva, resistente, plástica, rebelde. Es hora de mil redes, comunidades, voluntades, también soledades fértiles, poemas y experimentos. Todo lo van a necesitar las pobres locas que van a sucedernos en cien años cuando el mundo sea un cementerio de elefantes. Ya hay que cansarse de estar cansado. Ya es hora de nuevas valentías para nuevas transformaciones.


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